3 oct 2007

Entrevista a Joaquín Reyes

Una entrevista a Joaquín Reyes que me ha llegado vía Internet, y cómo es un tío que me cae genial pues la coloco aquí:

Ya es usted un manchego mítico, como Almodóvar e Iniesta.
–Sí, vamos los tres de la mano, avanzando hacia el futuro. Los tres no nos damos importancia alguna. Bueno, Iniesta, no, desde luego. Marca un gol y dice: “La importancia es del equipo”. ¡Di que has hecho una jugada maestra, muchacho…!

¿En qué ambiente se crió?
–En uno de la clase media. Mis padres, mis tías y tres de mis abuelos eran maestros. Docentes todos. La verdad es que tuve una infancia muy feliz. Había mucho humor a la hora de comer. O bien porque mi hermano decía alguna chuminada y había una especie de cabreo a la italiana, o porque la soltaba mi padre, que ya murió… Las cosas que digo son cosas que decían mis padres.

Mucha tele vio, ¿a que sí?
–Yo me tiraba todo el rato dibujando, pero con la tele puesta. Afortunadamente, no salía gente en un corrillo hablando de personas muertas y de cotilleos del corazón… Solo había dos canales, y cuando llegabas del colegio, a no ser que hubiera toros, que eso daba bajón, tenías tu programación infantil. MacGyver, los Fraggle, Barrio Sésamo –con sus cortinillas–, Hong Kong Fuy, el Equipo A.

¿Y qué tal en el colegio?
–¡Hombre!, siempre fui el graciosete. Luego, en la carrera de Bellas Artes, en Cuenca, me junté con un grupo de cachondos que veían el arte como algo más pop, más frívolo. Estaban los torturados, que hacían cuadros expresionistas, y nosotros. El problema es que el humor en el arte hace que pierdas credibilidad…

Sin embargo, perseveró.
–Trabajaba yo en la editorial SM, haciendo dibujos y diseñando, y un amigo de la facultad que trabajaba en Paramount Comedy me llamó. Empecé a escribir monólogos y salió La hora chanante. Lo demás… ya es historia. ¡Ah! ¡Siempre quise decir esta frase y mira qué bien que me ha venido aquí ahora!

¿Qué diría que es el humor?
–El humor es lo que te hace reír, y ya está. A mí me hace reír una caída, un pedo, un chiste elaborado. Pero cuando te dedicas a esto, el hecho de que abuses de una cosa u otra hace que seas más ordinario o más fino. Nosotros lo utilizamos todo.

Hay cosas que no tocan.
–Yo creo bastante en la autocensura. Si consideras que algo será mal interpretado, mejor que no lo hagas.

Reivindica el habla manchega. ¿Nacionalismo?
–No. Los manchegos nunca hemos pintado gran cosa, pero ese perfil bajo también nos ha venido bien, porque, al no haber expectativas, lo poco que hacemos sorprende. Y el hecho de no tener que reivindicar nada es un alivio. Te deja mucho tiempo para otras cosas. Estar todo el día siendo catalán debe de ser muy cansado, ¿no? Pero ser manchego no te exige casi nada. Eres noble, eres bueno y con decir “el queso nuestro es el mejor” ya te quedas tranquilo.

¿Le insultan mucho por ser del Barça?
–Asumo lo que venga. Cuando tenía 5 años, un primo lejano de Madrid me regaló una camiseta del Barça que ponía Cruyff. Yo no tenía equipo. Era un niño asilvestrado. A mi padre no le gustaba el fútbol. Prefería el patinaje artístico. Así que me puse la camiseta y salí a la parcela, que era modesta pero tenía césped, y empecé a correr gritando: “¡Ya tengo equipo!”. Era el único del Barça en el cole. Y los años 80 fueron un erial. Ganamos una Liga, la del 85. Solo ese año salí orgulloso al recreo.

¿Alguna otra rareza?
–No me gusta llevar cosas en los bolsillos. Pierdo cosas en los taxis. Y me gusta la música barroca. ¡Ese sonido del clave, de hace tantos siglos…!

¿Mitómano?
–No mucho. Una vez, en la calle de Serrano, vi a Spike Lee y le pedí un autógrafo. Como no hablo inglés, con mi boli y mi papel, le dije: “¿You can?“. Y él, mientras firmaba, me contestó: “Hey“. Y ahí se acabó todo. Pero, bueno, me gustaría conocer a Faemino y Cansado, y a John Cleese.

Tiene tan poco sentido del ridículo como ellos.
–Tengo el umbral bajo, sí. Pero a veces paso vergüencica. Como una vez que estaba disfrazado de Dolly Parton y grabamos en el Parque de Atracciones de Madrid lleno, cuando yo, ingenuamente, creí que estaría vacío… ¡Toda esa gente señalándome, y yo hecho una mamarracha!

¡Qué pensará su hijo cuando sea mayor!
–A mí me gustaría que dijera: “Mi padre es un cachondo”. Tiene siete meses y ya le he disfrazado de pequeño Van Gogh sin que lo supiera, ¿eh? Estaba más gracioso que ná.

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