El pueblo de Almagro nos pareció encantador y maravilloso. Es bastante pequeñito y se recorre en poco tiempo, pero da para un fin de semana tranquilo y romántico visitando el museo nacional del teatro, el corral de comedias, el parador, las iglesias, etc.
Además hay bastantes bares por el centro (y algunas pastelerías alucinantes), por lo que se puede degustar la dieta manchega (muy, muy alta en calorías).
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