Seguía lloviendo en los Picos de Europa, por eso nos fuimos a dar un paseo en coche, por unos parajes bellísimos (aunque de carreteras minúsculas) hasta llegar a Sobrefoz. Pasamos por cantidad de pueblos pequeñitos, pero lo asombroso era las vistas por el camino.
A la hora de comer nos dirigimos a Covadonga, a cuyas puertas estuvimos comiendo en un restaurante espectacular (fabada, fabes, escalopines al cabrales, etc, lo habitual), para después subir andando a la ermita y el santuario. La ermita me encantó: la subida por escaleras junto a la catarata para llegar a la cueva, donde empezó la reconquista y descansan los restos de Don Pelayo, y la gruta que te lleva hasta el santuario.
Al atardecer, fuimos a Cangas a dar un paseo e intentar ver el desfile de gigantes, cabezudos y gaiteros, pero lo suspendieron por la lluvia y nos volvimos a la casa rural.
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