Después de ver la ciudad encantada, decidimos ir al nacimiento del río cuervo. Como se nos había echo tarde paramos en Tragacete, un pueblo cercano al nacimiento, para comer (cosa que se le había ocurrido a medio mundo, ya que sólo pudimos pillar mesa en el tercer mesón que visitamos y por que íbamos solo dos).
Tras una comida genial, nos fuimos al nacimiento. No sabíamos si íbamos a poder verlo, ya que eran las 5 de la tarde y la noche se acercaba, pero dándonos un poco de prisa (y con mucho cuidado con las placas de hielo), se recorre el sendero en unos 45 minutos, disfrutando de las vistas. Una maravilla.
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