El sábado era el día que se casaban Murielle y Cedric y nos hicieron madrugar para ayudar entre todos a montar y decorar las carpas de su jardín.
Cuando todo estuvo montado y listo, hicimos una comida ligera, ya que hasta la noche no volveríamos a probar bocado. Con el estómago lleno, cola para ducha, todos maqueados y listos para seguir a los novios al ayuntamiento.
La primera parada fue en el ayuntamiento para la boda civil, en la que el alcalde de Vire los casó.
Segunda parada, la iglesia para la boda religiosa. Una misa bastante entretenida con muchas canciones, coros, sin sermones y a la salida los compañeros bomberos de Cedric haciéndoles el pasillo.
Vuelta al jardín de casa donde unos 400 invitados estuvimos atizándonos champán con unos pequeños pastelitos dulces que quitaban el sentido (y más con el hambre que manejábamos). Al final lanzamos todos globos con mensajes para que contestara el que los recogiera.
Tras la copa (o he de decir copaaaaaas), nos quedamos un grupo más reducido de invitados, a los que nos llevaron a cenar una exquisita pero lenta comida. Más vino, más champán, calvados, comida, juegos, música y demás.
Disfrutamos muchísimo de la boda y como no, dejamos claro quienes eran los españoles, y el poco miedo que le tenemos al ridículo cuando no nos conoce ni el tato.
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