El día después de la boda, tras una noche agitada por las gamberradas de los amigos a los novios (es lo que tiene dormir en casa de los novios), lo pasamos en Vire con los novios y su familia más cercana, que nos invitaron a comer y cenar en el mismo salón donde se celebró la boda.
Entre comida y comida, estuvimos recorriendo el pequeño pueblo de Vire y ayudando un poco a recoger todos los adornos del salón de fiestas. Un día tranquilito para recuperarse del largo día de la boda.
Los Normandos seguían intentando cargarse a los españoles a base de grandes comidas, y nosotros, como no, entrábamos al trapo.
5 ago 2009
Vire
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