Nuestro avión de vuelta a Madrid salía de Nápoles cerca de las 9 de la noche, y teníamos que dejar el coche a las 6 de la tarde en el sitio de alquiler junto al aeropuerto. Salimos temprano de Giurdigniano para pasar el día y comer por Nápoles. La ciudad me produjo sentimientos encontrados: por un lado tenía mucho atractivo y por el otro estaba descuidada y sucia. Lo pasamos bien, a pesar de la lluvia, comimos la típica pizza napolitana en Di Matteo, y antes de la medianoche aterrizábamos en Madrid. Se había acabado el periplo italiano, pero habíamos disfrutado cantidad con los amigos.
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